martes, 1 de mayo de 2012

Guadalupe - Córdoba

EL ARCO IRIS DE LOS CONQUISTADORES
Por primera vez desde el comienzo de esta expedición, la lluvia no fue nuestro acompañante desde el principio de la mañana. Lentamente, el sol se iba introduciendo en nuestro pabellón y los grumetes de este barco de los conquistadores se iban despertando. Las caras mostraban la acumulación de muchos días de esfuerzo, lluvia, y cansancio, pero también la ilusión de terminar lo empezado.
Como he dicho antes el sol salió, pero nuestra eterna acompañante en esta expedición, la lluvia, se acercaba lentamente hasta nosotros, desde donde la dejamos el día anterior en la sierra de Guadalupe. En ese encuentro de lluvia y sol, surgió la más hermosa despedida que nos pudo dejar Guadalupe: el arco iris, mezcla de las ilusiones y los esfuerzos realizados por esta expedición.
Guadalupe nos quería despedir con los siete colores mágicos del arco iris: el rojo de nuestras camisetas, el amarillo y azul de nuestros pañuelos y sudaderas, el verde de la esperanza que mostraron todos los que creyeron en que la conquista era posible, el naranja como liberador de las emociones que cada uno de estos marineros ha logrado sentir en toso nuestro trayecto, y los colores añil y violeta que nos han ayudado a combatir los miedos.
Viendo este poderoso arco iris, todos los grumetes de este barco se dirigieron a celebrar el fin de fiesta en Guadalupe y, como ya comenté el otro día que las raíces son las raíces, nos animamos con un concurso de sevillanas, y con interpretaciones de algunos componentes. Finalmente, y antes de dirigirnos al Monasterio de Guadalupe, todos cantamos unidos y juntos el conocido tema we are the world, we are de children que nos llevó a todos hasta la puerta del monasterio. Allí ya todos juntos le regalamos a Guadalupe el baile- performance que esta expedición ha estado ensayando durante tantos meses, como muestra de respeto al lugar que nos ha acogido en nuestro último día de expedición.
Tras el baile, y con caras de cansancio nos dirigimos hacia los 6 barcos que nos han llevado por una intensa ruta desde Belalcazar a Puebla de Alcocer, Cacéres, Trujillo, Garcíaz, Cañamero y Guadalupe. En el camino todos los grumetes hablaban de los logroa conseguidos, de las dificultades que ellos pensaban no podrían superar nunca y que han conseguido, de los momentos buenos y de los menos buenos, en definitiva, de un conjunto de emociones que los 400 componentes iremos asimilando con el paso del tiempo.
A nuestra llegada a las instalaciones cordobesas de El Fontanar, nos esperaban como a verdaderos héroes las familias de cada uno de los tripulantes de estos barcos que, pasado el tiempo podrán decir: yo conquisté el corazón de Extremadura.

Francisco López Cosano
 
Crónica del dia 30 de abril de 2012, ultimo día de la etapa de la ruta de los Conquistadores.
Dormimos en el Instituto de las Villuercas, la noche fue fría ,el jefe de estudios antes de dormir nos hacia un terapia para dormirnos con pautas de respiración y en el pensar los colores y demás, aunque a mi no me funcionara había gente que se quedaba sopa a la de tres. Mientras dormía se oían ronquidos de todos colores y clases y en un momento tuve que taparle la nariz a un compañero para que se callara de una vez y dejó de roncar.
Al despertar por la mañana, había mucha gente dormida, pero un par de amigos estaban despiertos. Como nadie se despertaba el jefazo puso una música más pesada que las tostadoras de pan que siempre hacen lo mismo, y la gente se despertó rebotada.
Después recogimos las maletas, y algo que me fastidia es el despiste de los alumnos para las cosas, con esto me refiero a que tu coges el champú y te traes el champú, así no se pierde nada.Todo esto lo digo por la cantidad de objetos perdidos que había este ultimo día, los cuales casi nadie recogía por vergüenza o yo que se…..
Cuando todo el mundo estaba preparado, fueron viniendo cada autobús y fuimos cargando todas las cosas y nos llevaron a un pabellón a desayunar ……no me molo nada que nos pusieran café… pero no me meteré en este tema.
Después de toda esta movida bailamos el famoso baile de Pitbull el cuál nos salió tan bien que Antonio Varo se emocionó, después el jefazo nos dijo que nos fuéramos hasta las cuatro de la tarde y comiéramos , además de eso fui con unos nuevos amigos a la iglesia una de las mas chulas de mi vida llamada Nuestra Señora de Guadalupe en una plaza llamada plaza de Santa María, por consiguiente el jefe de estudios nos dijo que nos fuéramos hasta las cuatro y que además comiéramos y eso.
Cuando paso ese rato nos fuimos a los autobuses y nos piramos … al llegar a Córdoba me di cuenta de que una excursión así…….irrepetible.

domingo, 29 de abril de 2012

Hacia Guadalupe

A las 7:30 suena la música en el Polideportivo de Garciaz, después de una jornada difícil. Asoman caritas de sueño de los sacos y empiezan las primeras bromas y sonrisas del día. Amanece soleado, esperamos que hoy el tiempo nos acompañe en nuestra ruta a Guadalupe.
Comenzamos con los preparativos del día y en un par de horas todo está preparado. ¡Es increíble que más de 300 alumnos se organicen tan bien! Con nuestros chicos lo difícil parece fácil.
Son las diez y escuchamos a nuestro Jefe de Estudios cuáles son los planes del día. Se les da la enhorabuena por su comportamiento durante la noche y se les recuerda que todavía pueden mejorar algunos aspectos de la limpieza.
Una vez montados todos en los autobuses ponemos rumbo a Guadalupe con la ilusión de hacer la ruta de Isabel la Católica.
Atravesamos un puente y comenzamos un ascenso que nos lleva hasta unos 900 metros de altitud. En mitad de la ascensión, tenemos que sacar los chubasqueros porque comienza a lloviznar y, un poco más tarde, a granizar. A partir de este momento, la subida se hace más dura, pero se siguen viendo entre nuestros chavales gestos de amistad y unos a otros se animan para llegar al primer punto de encuentro: “Un Castaño Milenario”. Nos comemos los bocatas y hoy a todo el mundo le gusta el embutido que le han puesto. La subida nos ha abierto el apetito.
Retomamos nuestra ruta entre castaños y parece que nos estamos adentrando en un bosque encantado. Las vistas son espectaculares. Nos reunimos en la Ermita de Santa Catalina para merendar y descansar. Los chicos están muy cansados y algunos terminan la ruta en los coches de apoyo. En estos momentos, también vemos como los mayores ceden su sitio en el coche a los más pequeños, sin que nadie les diga nada. Después de tres días de cansancio acumulado es digno de admirar.
Nuestra marcha sigue hasta llegar al pueblo de Guadalupe, callejeamos hasta llegar al Monasterio de Guadalupe, admirando sus soportales y balcones tan peculiares. ¡El esfuerzo ha merecido la pena! El “espíritu del Séneca” invade la plaza del Monasterio y los chicos se sientan en las escaleras para hacernos una foto de grupo. Turistas, cámara en mano, se sonríen al ver un grupo tan numeroso, nos fotografían y nos preguntan de dónde somos.
Ahora toca ya descansar, pero antes debemos subir las maletas donde vamos a dormir esta noche. Justo en ese momento, vuelve a llover, por lo que el esfuerzo se multiplica. Llegamos al instituto y organizamos maletas, duchas… y a continuación a cenar que, tras una jornada de senderismo tan dura, hay hambre.
Ya está todo casi preparado para la “Fiesta del último día”, pero de esa fiesta ya hablaremos en la próxima crónica.







sábado, 28 de abril de 2012

Garciaz-Garciaz

¿Eran las tres de la tarde? ¿Las tres y media? Estábamos en una pausa. Nos sobrevolaba, majestuoso, un alto y elegante buitre. Nos habíamos quitado un minuto antes los chubasqueros porque el sol, a través de la amplia cortina de nubes, acababa de enviar un guiño de complicidad sobre el espíritu del Séneca que –encarnado en nuestros cuerpos– se sorprendía aún por la belleza profunda de un bosque sin duda encantado, en el que los castaños le habían robado a los robles el protagonismo que éstos, a su vez, habían hurtado a las encinas unos cuantos kilómetros atrás.
¿Era un buitre voraz de ceño torvo como el que describió Unamuno en uno de sus sonetos? Nunca lo sabremos, dada su majestuosa altura. Pero sin duda el vuelo de ese buitre marcó como un eje de simetría la división de la jornada en dos partes.
La primera había comenzado en Cáceres, de donde –después del desayuno, la subasta de objetos perdidos y la exposición del orden del día– salimos convencidos de que el día de hoy era el elegido para ponernos, de una vez, en ruta por la Naturaleza, después de la relativa frustración que nos había dejado el viernes. Un trayecto sin novedad nos había llevado hasta Garciaz, donde estaba previsto que empezara y terminara el trayecto programado.
Salimos de Garciaz sin más novedad que una lluvia fina y persistente que no suponía mayor obstáculo. El camino se empinaba sin señalar más sobresaltos, y justo después de pasar por la presa del pequeño embalse de Las Moruelas hicimos la pausa para el almuerzo. Un encuentro casual con profesores de un instituto de Madrid, naturales de esta comarca, nos previó la enorme belleza que íbamos a encontrar en el inmediato castañar y en la subida al pico de El Venero. Y conocimos la maravilla mágica de un bosque, encantado sin duda, de finos y altos castaños de claros troncos abrazados por verdosas epidermis. Íbamos fascinados y sobrecogidos ante tanta belleza concentrada, y alguno hasta sospechó que podríamos encontrar allí a Frodo, el protagonista de El Señor de los Anillos. El que esto escribe se acordó de las míticas dríadas, diosecillas femeninas que la Mitología clásica localizaba en árboles y bosques… El cielo, arriba, iba caminando hacia el azul muy pálido, esperanza de un guiño del sol al espíritu del Séneca, y dejaba dibujarse en las alturas la rama más alta de los árboles mientras el suelo, alfombrado de hojas caídas y de erizos de castaña –“erizo es el zurrón de la castaña”, verso de Góngora–, reblandecía húmedo y dócil las pisadas de nuestra comitiva.
Pero poco después –¿eran las tres? ¿las tres y media? – nos sobrevoló el buitre. Y apenas se había desplazado de nuestra retina la siniestra ave de oscuro presagio un trueno nos adelantó que se aproximaba hacia nosotros un resquicio olvidado del diluvio. Hubo que recuperar a toda prisa el chubasquero y comenzamos a andar “magnis itineribus”, “a marchas forzadas”. Una violenta granizada, de la que nunca sabremos si era una feroz caricia o un tierno flagelo, nos caía con intensidad mientras subíamos la alta y empinada cuesta arriba, que nos recordaba en metáfora palpable que cualquier subida a cualquier elevación exige siempre un peaje de esfuerzo y sacrificio.
Se apaciguó la granizada, volvió a salir el sol y los intervalos de luz con gama casi infinita de filtros y de nubes nos acompañaron hasta el pueblo del que habíamos partido. Poco antes de llegar, una Cruz blanca y grande señalaba un punto del camino: desde lejos parecía como si el calendario, acordándose de que somos cordobeses, nos hubiera transportado una Cruz de Mayo. Ya de cerca, en un breve descanso, vimos lo que realmente era: un homenaje y un recuerdo tan sencillos como profundos a quienes en esos entornos habían sufrido los efectos violentos de la Naturaleza en su venganza: porque es tan celosa que no quiere que nadie horade sus secretos más allá de lo que ella está dispuesta a permitir, como recordó un alumno, caminando por el encantado bosque de castaños, cuando dijo que “Dios perdona siempre, los hombres a veces y la Naturaleza nunca”.
Alcanzamos el pueblo nuevamente, y quizá para sintetizar en pocos minutos lo que habían sido las casi siete horas que habíamos pasado caminando, tuvimos ocasión de recibir, después de la parada junto a la Cruz de piedra, amplios espacios de sol, recios avisos de tormenta y un ligero chaparrón de despedida.
Se escriben estas líneas en el Polideportivo de Zorita. Quedan ahora pocos minutos para las diez de la noche. Llueve encima de nosotros y el ruido se deja notar sobre la uralita de la techumbre. Hace frío en la piel, pero el corazón y los sentidos tienen aún la calidez de las hermosas experiencias que nos ha sido dado alcanzar en la jornada.
Si el que esto escribe tuviera dignidad para sentir sobre su alma siquiera la sombra del Hermano Francisco, elevaría con él una humilde Florecilla loando a Dios por la grandeza de todas las cosas: el agua, la tierra, los árboles, el sol –expreso o tácito–, el granizo, el aire, las piedras… y el corazón de las personas que saben extasiarse ante la Naturaleza cuando ésta se desnuda y se nos muestra tal y como es.
Antonio Varo Pineda
Antiguo alumno del IES Séneca

Caras soñolientas; muy soñolientas. La mañana no podía empezar de otra forma. Desayuno, intento de orden, organizadores que reclaman una limpieza que finalmente llega tanto de la mano de profesores y alumnos como de los voluntarios que nos acompañan en el viaje (personas que algún día quedaron prendados de este espíritu tan nombrado: el espíritu del Séneca). La primera parte del día prácticamente se precipita sobre nosotros y antes de que podamos percatarnos ya estamos bajando de los autobuses, bajo una llovizna que parecía una advertencia.
Tras pasar por el pequeño embalse de Las Moruelas, la marea de chubasqueros se paró a comer. Lo que más impresiona es la rapidez y agilidad con la que nos acoplamos allí, en medio de tal paisaje, sentándonos sobre cualquier roca o quizás acompañando nuestra respiración con el ritmo de las gotas. Cosas que suenan absurdas hasta que uno llega a sitios como el bosque al que fuimos después. Realmente “encantado” es el adjetivo que tendría que usarse, o cualquiera que tenga que ver con magia. Los castaños nos rodeaban por todos lados, altos, delgados; podría decirse que hechizaban. El musgo acariciaba el suelo, relamía los troncos. Esta atmósfera, este ambiente, se vio reforzado por el sol que, tímido, intentaba hacer más ameno el camino. El cielo podía adivinarse azul. Un cielo, para qué mentir, distinto. Aquí no le rascaban los edificios, sino que eran los árboles los que parecían hacerlo.
Esta situación no duró mucho, pero disfrutamos mientras duró. La parte dura de esta experiencia se nos presentó en forma de granizo. Prácticamente todos mirábamos hacia el suelo, no sólo para evitar mojarnos la cara, más bien para no ver el final de esta cuesta, El Venero, que parecía no acabar nunca.
Finalmente el sol pareció decidir que nuestras frías manos y los mojados chubasqueros merecían su compañía, marcada siempre por intermitentes lluvias.
Ahora que estoy aquí, en el polideportivo de Zorita, viendo ese espíritu de grupo, esas personas que quizás no se habían hablado antes de venir y ahora se apoyan mutuamente, un chico allí que toca la guitarra, los profesores acá planificando el día de mañana o charlando, los organizadores esforzándose no ya solo por hacer bien su función, sino además hacerlo con simpatía… Ahora que estoy aquí, pensando en esta etapa que hemos recorrido rodeando el pueblo de Garciaz, en el granizo, los calcetines sucios, las nuevas y viejas amistades, y en unas tantas cosas más, me doy cuenta de que merece la pena.
María Barral Gil
Alumna de 4º ESO B

Quiero ser Don Quijote, caminando por Extremadura, aventurándome con molinos de viento, como fieros enemigos… y aunque no tenga un compañero de panza salida, conmigo vienen cuatrocientos con sus lanzas, que combaten y combaten, junto a mí, en cada batalla…
¡Te dedico mis llegadas, Dulcinea! Que en la bonita tierra de Córdoba me esperas…
¡No me olvidaré de ti, te digo! Pues Dios lo tengo allí contigo.
José Antonio Páez Ortiz
Antiguo alumno I.E.S. Séneca

viernes, 27 de abril de 2012

Villanueva la Serena- Trujillo- Cáceres



27 Abril de 2012:  

Nos hemos levantado en Villanueva de la Serena para iniciar la ruta “Madroñera-Garciaz”. Son las 7.30 de la mañana y llueve bastante.
Empezamos a dudar sobre la conveniencia o no de subir al campo y decidimos darnos un tiempo para tomar la resolución. Desayunamos, limpiamos el pabellón y hacemos un pequeño homenaje a Julia Luque Amo que hoy cumple 14 años.
A las 10.30 todo está en orden. Nuestro Jefe de Estudios, alma mater de esta aventura que nos trae por tierra extremeñas, ha ordenado a los chavales sentarse en las gradas mientras los profesores tenemos una reunión. Varios de nosotros, mirando a los estudiantes, comentamos con cariño lo buenos que son.
Por el estado del cielo y, tras consultar el tiempo en Internet, decidimos cambiar los planes. De esta forma, lo que se presumía como un día para empaparse de naturaleza se acaba convirtiendo en un día para llenarse de cultura y de arte de esta región de nuestro país.
Desde Villanueva de la Serena llegamos a Trujillo. Los autobuses quedan en las afueras del pueblo y vamos subiendo hacia el casco viejo de la ciudad en un orden perfecto.
Los lugareños nos miran extrañados y un señor mayor, tras preguntar a quien esto escribe de dónde venimos, comenta: “¡Llevan unos alumnos muy disciplinados!”. Es un comentario que me llena de orgullo, que me hace pensar, otra vez, ¡que son buenos chicos!
Llueve y llueve mientras llegamos a la Plaza Mayor. Desde allí subimos al castillo, una impresionante fortaleza desde la cual se contempla, por un lado, una impactante vista del pueblo y por otro, entre la niebla y la lluvia un paisaje sobrecogedor, como del norte.
Tras la visita al castillo iniciamos un recorrido que nos lleva a Santa María la Mayor, al Palacio del Marqués de la Conquista, la alberca y el aljibe árabe y otros restos monumentales, hasta volver a la Plaza Mayor, que es fácilmente identificable por la estatua ecuestre de Francisco Pizarro. Sigue lloviendo.
Nueva reunión de profesores, con los alumnos refugiados en los soportales de la plaza, en la que decidimos tomarnos aquí el picnic para viajar luego a Cáceres. Viéndolos apiñados y tan pacientes vuelvo a pensar que son buenos.
Durante el trayecto de Trujillo a Cáceres no ha llovido, pero al llegar a la ciudad llovizna; a pesar de ello, decidimos recorrer el casco histórico con su palacio de los Golfines, el Arco de la Estrella, la Plaza de San Jorge, la Iglesia de San Mateo, etc.
De nuevo en la Plaza Mayor, nuestros alumnos deciden -animados por don Antonio- hacer “su baile”. Suena la música y otra vez volvemos a comentar: “¡Qué buenos son!”.
Hemos hecho un buen regalo a la vista contemplado, sobre todo, arte renacentista español. Esperamos mañana hacer un buen regalo a las piernas y darnos una gran caminata que es algo que estamos deseando. ¡Que el cielo nos acompañe!
Paca Rojas

Un día en la Ruta de los Conquistadores


A nuestra compañera Mª Dolores Ansio,
exalumna de la Universidad Laboral de Cáceres.
A las 7:20 de la mañana el Séneca se desperezaba sobre el parquet del pabellón de deportes del IES Universidad Laboral (Cáceres) a ritmo de rap y con un: “¡Buenos días a todos! Estamos en el tercer día…”, de don Antonio Bravo -el mismo maestro de ceremonia que la noche anterior durmiera a los alumnos utilizando una técnica de relajación basada en los colores y su significado.
Después de desayunar y de recoger todo hasta dejar el pabellón casi mejor que lo encontramos, todos, alumnos y profesores, nos reunimos para comentar algunos aspectos a tener en cuenta en la etapa de hoy.
A continuación, los alumnos representaron sobre el parquet del pabellón la coreografía que habían preparado para esta Ruta de los Conquistadores -a la que, por cierto, se unieron los profesores y sanitarios más bailongos del grupo. Realizado el calentamiento, ya estamos listos para partir.
Iniciamos la etapa en Garciaz, pequeño municipio de la Sierra de Guadalupe. La lluvia, como en las dos primeras jornadas, nos acompaña. Comenzamos ascendiendo lentamente bajo la llovizna y un cielo gris cubierto por las nubes. A ambos lados del camino, los árboles -robles, castaños y algún olivo-, con sus troncos blanquecinos por los líquenes, nos observan al pasar.
Después de la primera parada obligada, para tomar algo sólido, seguimos nuestra ruta y atravesamos la que ha sido, sin duda, la perla de la jornada: un impresionante bosque de castaños de una altura y belleza increíbles –al que, ahora lo entiendo, algunos llaman Bosque Encantado. La belleza del lugar es tal que decidimos hacernos una foto de grupo para inmortalizar el momento.
Desde ahí, seguimos ascendiendo hasta Pico Venero, a 1128 metros de altitud. Estamos a mitad de etapa y el cansancio empieza a hacer mella en los alumnos; especialmente, en los más pequeños. Hacemos una nueva parada, para descansar y reagruparnos, y seguimos.
Después de un último repecho, en el que graniza, el camino comienza a descender lentamente. Dejamos atrás el tramo boscoso de la etapa y nos acercamos de nuevo a Garciaz, donde nos esperan los autobuses y –¡cómo no!- la lluvia.
Cansados, pero, al mismo tiempo, satisfechos por el esfuerzo realizado por todos, regresamos a Zorita, donde vamos a pasar la noche.

Carlos Díaz
Tras el día de ayer, esperábamos que el tiempo nos dejara realizar la etapa de hoy, pero, como se veía venir, la persistente lluvia ha hecho de nuevo que cambiáramos el programa. En lugar de la etapa mas dura de ésta ruta de los Conquistadores fuimos directamente a Trujillo. La lluvia no nos dejó disfrutar del campo pero recorrimos las calles de este pueblo desde la Plaza Mayor hasta el castillo. Durante la subida y la bajada, tras la niebla y la lluvia, se dibujan las vistas de los perfiles más altos sobre Trujillo. Volviendo desde el castillo pasamos por unas calles estrechas y antiguas pero con encanto y encontramos al paso el Palacio de Orellana.
Adelantamos la hora de comer ya que no podíamos hacer mucho y justo en ese momento, llegó el esperado respiro, cesó la lluvia pero el sol continuo perezoso todo el día tras las nubes.
Tomamos tumbo a Cáceres en los autobuses y durante el trayecto pudimos secarnos un poco la ropa y entrar en calor, después de la mañana de frío y viento que habíamos pasado.
El paseo por el centro histórico de Cáceres fue muy parecido al de Trujillo, tranquillo y por calles con historia. Para nuestro paso por la ciudad bailamos la coreografía ensayada con un improvisado equipo de músico y nos despedimos con ganas de descansar.
Cerrando el día en el pabellón hemos tenido un poco de música con la guitarra, el cajón y las palmas.
El balance general ofrece un día bastante bueno a pesar de ser un tanto improvisado. Con ganas de realizar la ruta prevista y de una tregua por parte de la lluvia.
Marta López 1º Bachillerato

La lluvia cae suavemente en Cáceres

¡Oh lluvia a…!
Cuando tú caes yo te amo.
Benditas lágrimas de los dioses romanos
que regaron esta tierra Emérita Augusta
de nuestro mapa hispano.
Caes, lluvia, con vehemencia extraña
en la extremeña llanura del Guadiana,
y a tu paso en la mañana… (tu, llovizna), pertinaz e inconsciente,
suave y delicada adolescente
dejas un perfume en el abril de tierra mojada.
Enamoras, ¡oh, tierra hermosa
de la Extremadura hermanada con la bella andalusí…
Y tan puritana…
¡Córdoba se llama!
Y tras de ti… lluvia, dejas las huellas imborrables del pasado
y nos haces conquistadores del esfuerzo en esta aventura colectiva
de los seguidores del Séneca cordobés.
Desde el lecho del Río Grande andalusí
-mi Guadalquivir amado- nos traes
los recuerdos de hermanamiento a este Guadiana,
conquistador incansable y…
En los atardeceres, Cáceres, llevamos
los recuerdos de juventud y amores.
Antonio Manchado

jueves, 26 de abril de 2012

Día 1: Córdoba- Belalcázar- Villanueva la Serena

Crónica jueves 26 de abril:

Instalaciones del Fontanar, 07:30 de la mañana, distribución de autobuses y profesores. Padres y madres amorosos dan un adiós enfervecidos a sus jóvenes retoños muchos de los cuales no han dormido durante la noche anterior por la emoción del viaje. A las 10.30 de la mañana escala en Belalcázar, donde gracias a los auspicios de Don Frutos Álvarez, natural de esta noble población, el ayuntamiento nos agasajó con un suculento desayuno molinero..., perdón, churrero y chocolatero, ¡ Para chuparse los… Churros! A continuación una visita guiada por este gran profesional de la enfermería, que demostró su amor a su pueblo natal y sus vastos conocimientos histórico-artístico: ermita de San Sebastián, del siglo XI, donde bautizaron al famoso conquistador Sebastián de Belalcázar. Por las calles, jalonadas de pequeñas hornacinas donde se venera la imagen de San Jorge, patrono de la localidad, era saludado constante y efusivamente por sus paisanos. Después de la sinagoga judía de la época del Califato, sólidas bóvedas de ladrillo, reutilizada después para mercado municipal y pósito de trigo. Muchas casa con frontispicios escudos blasonados, reminiscencia de hidalgos conquistadores, como la del duque de osuna o la del escritor Corpus Vargas. Grandiosa iglesia de Santiago, titulada así en honor de los peregrinos de Santiago que pasan por esta localidad. Se comenzó a construir en el Siglo XIV, gracias a los auspicios del franciscano Juan de Puebla. Tuvo añadidos posteriores como el soberbio campanario de los hermanos Hernán Ruiz en el Siglo XVI. En este mismo siglo el Papa pío IV concedió indulgencia plenaria a todos los que visiten este templo los días de la Asunción de la Virgen y el de San Miguel. Durante la guerra civil del 36 una bomba destruyó el grandioso ábside y por desgracia ya no se reconstruyó. Como dato histórico curioso en época del dominio musulmán esta localidad fue muy importante y se llamó el Gafig, fue capital de la provincia (Cora) árabe de Fash- Al- Ballut, (Sitio de las Bellotas). De ahí salieron varios jueces de la mezquita de Córdoba, varios emires y el general que condujo a las tropas musulmanas en la famosa batalla de los Poitiers. Pero lo más curioso es que el médico inventor de las gaas también fue natural de esta localidad. A él se debe l nombre de este suplemento visual y fue el primero que operó cataratas, llamadas así porque el humos vítreo salía del ojo como cataratas.
Plaza del Corregidor, donde está el ayuntamiento, que conserva en su fachada los impactos de la sala de la guerra civil.
Fuente octogonal del Siglo XV, mandada a construir por el entonces Conde de Belalcázar, Francisco I, donde a todo el grupo Don Antonio nos hizo una foto para el periódico. Y como guinda de esta "fructuosa" visita, el imponente castillo del Belalcázar, 17000 m3de construcción con su torre del homenaje de 60m, la más alta de los castillos de España, castillo señorial no defensivo, del inmenso condado de Belalcázar cuyos dominios se extendía por muchos pueblos de alrededor y donde abundan los adornos de ajedrezado propios de su escudo señorial. Por desgracia su estado es ruinoso y sería deseable que la Junta de Andalucía lo pusiera en valor para poder visitarlo por dentro.
Sobre las 14.00 cogemos los autobuses y nos trasladamos a la pintoresca Puebla de Alcocer, badeando el inmenso embalse de la Serena. Llegados al pueblo comenzamos a subir la empinada pendiente hacia el castillo pero, al llegar arriba solo pudimos intuirlo entre la niebla; gracias a Dios, su majestuosa silueta la fuimos viendo desde la carretera y en la bajada, la niebla se retiró y pudimos disfrutar de una espléndida estampa: todo el embalse que se extendía a nuestros pies. La comida con bocadillos la hicimos en la subida hacia el castillo y con algo de precipitación por un leve chirimiri. A los pies del Cerro del castillo nos esperaban los "dóciles" autobuses que en un placentero y animado viaje nos llevaron hasta Villanueva de la Serena, fin de la primera etapa, y en cuyo polideportivo pernoctaremos.
José Torres


Hoy, primer día de la Ruta del I.E.S. Séneca “ los Conquistadores” todos los alumnos nos mostrábamos nerviosos e inquietos sin saber como sería esta gran sería esta gran experiencia. Al principio, unos felices y otros tristes por la despedida de los familiares. Nos subimos al autobús en busca de nuevas aventuras la primera llegada fue al precioso pueblo de Belalcázar en el que gracias al alcalde pudimos disfrutar para desayunar de churros con chocolate y posteriormente nos dispusimos contentos a contemplar monumentos y edificios de éste. Al acabar, volvimos al autobús dónde, tras un tiempo, llegamos a Puebla del Alcocer en el que tuvimos que subir numerosas cuestas hasta llegar al castillo en el que almorzamos. En esa pequeña ruta llovió un poco, pero nos protegimos con chubasqueros. No nos impidió la lluvia avanzar en nuestros objetivos. Finalmente, volvimos al autobús y nos desplazamos al pabellón en el que pasamos la noche.


Lucía Suanes Cobos (2 ESO A)
Andrea Saugar Mota (2 ESO A)